viernes, 4 de septiembre de 2015

CONVERSATORIO DE LA PALABRA DE DIOS EL CIEGO BARTIMEO

LECTURA BÍBLICA MARCOS 10:46 AL 52  DURACIÓN 2 HORAS   4 DE AGOSTO Y 6 DE AGOSTO PARA COMPARTIR ESTA MISMA PALABRA CON LOS VECINOS DE LA COMUNIDAD

Marcos 10:46-52Reina-Valera 1960 (RVR1960)

El ciego Bartimeo recibe la vista

(Mt. 20.29-34; Lc. 18.35-43)

46 Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: !!Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ten misericordia de mí!
49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.
50 El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.
51 Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.
52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.
El hijo de Timeo estaba sentado al borde del camino… allí donde no pasa nada más que ver la vida pasar… pero Bartimeo, ciego de nacimiento, ni siquiera eso podía hacer… y en su inactividad, mendigaba las migajas de compasión que la gente le daba… sentado, sin siquiera ponerse de pie… como esperando, sin saber que esperar…
Bartimeo es modelo de la ceguera de los discípulos… aquellos que, aunque seguían a Jesús, estaban faltos de fe… aferrados a las ambiciones de los hombres… agarrados a sus intereses personales… por eso, momentos antes, los hijos de Zebedeo pedían sentarse a ambos lados de Jesús en su Reino…
Bartimeo también es modelo nuestro… que, como los discípulos, vivimos aferrados a nuestras ambiciones e intereses personalistas… y nos acercamos al Señor para pedir descaradamente que nos conceda nuestros caprichos… pedimos sin saber lo que pedimos… y bajo el pretexto de ser “discípulos” suyos, queremos que Él haga nuestra voluntad…
Pero aquel día, en Jericó, alguien pasó por el camino… alguien distinto… Bartimeo no pudo verlo… tal vez escuchó el alboroto de la gente… o tal vez sintió un impulso en su interior… pero de pronto, el ciego de nacimiento, vio… no con los ojos de la carne, sino con los del corazón… y vio… vio la Verdad de las verdades… y reconociendo a aquel que pasaba, comenzó a gritar: «Jesús, hijo de David, ten compasión de mí»…
Así también nosotros… cuando reconocemos a Jesús, ya nadie puede hacernos callar… y gritamos cada vez más fuerte… «Jesús, hijo de David, ten compasión de mí»… Tú, que eres el Señor… el que todo lo puede… ten compasión de mí… de este miserable pecador…
Ante la súplica de Bartimeo… y la nuestra… Jesús siempre se detiene… y nos llama… Entonces somos testigos y protagonistas del encuentro: el deseo que nace en el corazón y se convierte en grito y en súplica… la escucha atenta de Jesús… la llamada… el gozo de ser escuchado… el salto apresurado, dejándolo todo atrás… la alegría ante la respuesta… y el reconocimiento de una fe capaz de arrancarle una sonrisa al Señor…
Para ser discípulo, siempre hay algo que dejar atrás… Bartimeo dejó su manto y junto a él, su ceguera y su vida anterior… igual que Pedro, Andrés, Santiago y Juan, que dejaron sus redes… y Mateo, que dejó su trabajo de recaudador… cuando se sigue al Señor… cuando se sigue de veras… la vida cambia… no porque Él lo exija… sino porque nuestra mirada ya no puede apartarse de la Suya… y nuestro corazón repite en cada latido: «Jesús, hijo de David, ten compasión de mí»…
(http://www.tengoseddeti.org/apuntes-del-camino/la-ceguera-de-bartimeo/)


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